“Quise volver a estudiar para tener opinión y poder votar”
Micaela tiene 24 años, trabaja desde los 9 años y hace 4, fue mamá. No terminó sus estudios y después de ocho años alejada de la escuela decidió regresar para apoyar a su hija y expresarse mejor. “La gente no da una opinión porque no sabe. Descubrí que si estudio podré elegir mejor un presidente”, nos dijo seriamente.
Por María Teresa Villafrade
18 Junio 2024 a las
20:22
Micaela Parra Lleufuman -apellido mapuche que significa tigre que reposa en una piedra- tiene 24 años y una hija de 4 a quien le puso Maylen, también de origen mapuche que significa princesa, mujer poderosa, noble e inteligente. Ambas comparten vivienda con el papá de su hija que las apoya y es responsable.
“He tenido muchas penas, muchos cambios. Llegué a pensar que era mediocre por no haber seguido estudiando y no tener las herramientas para apoyar a mi hija. Uno llega muy lejos con educación y es la herencia más importante que puedo dejarle”, dice.
Cuenta que trabaja desde los 9 años en el comercio y que dejó de ir a la escuela en séptimo básico. Hizo exámenes libres para primero medio. En total, ocho años sin ir a la escuela porque fue muy difícil combinar ambas cosas.
“Me encanta aprender más, dar mi opinión. La ignorancia de la gente está en que no da opinión porque no sabe. Si fuéramos un poco más cultos podríamos elegir mejor la gente que nos gobierna, el presidente, por ejemplo. A mí la última vez que voté obligatoriamente, me informé bien”, agrega.
Este año su vida cambió al ingresar a la Escuela Padre Hurtado de Renca, de Súmate Hogar de Cristo, para cursar primero y segundo medio. El día más emocionante fue cuando le dijeron a Micaela que quedaba aceptada en la escuela. “Temblaba de emoción”, dice feliz. “Por primera vez aquí, me hicieron entender que la culpa de haber dejado de estudiar no era mía”.
Y agradece también el consejo de su mejor amiga que la alentó para salir adelante.
“Ella me devolvió el amor por mí misma. Mi amiga me dijo que ahora que Maylen entraba al jardín, yo podía cumplir mi sueño de estudiar. Yo he sido mamá full y me costó mucho dejarla ir al jardín, el año pasado comenzó. Trabajé en la feria para comprarle su uniforme, sus útiles. Me lo lloré todo. A partir de febrero empecé a hacerle yo misma clases para que no me la retaran”, advierte confesando sus temores de que su hija no estuviera bien preparada.
“EL QUE ROBA GANA MÁS PLATA QUE EL QUE COMERCIA”
De su pasado no se enorgullece no solo por dejar de estudiar sino por robar. “Cometí el delito de robar pero desde que nació mi hija decidí no hacerlo más”, relata y agrega:
“Nunca he robado por gusto sino por necesidad. Todo amerita su situación. He trabajado comerciando toda la vida, pero en la calle hay meses buenos y meses malos. Por eso debía cambiar el rubro. Carabineros nos quitaba la mercancía y se daban riñas. Yo digo sinceramente que el que roba gana más plata que el comercia con el sudor de su espalda y de su frente”.
Reconoce que tenía sus códigos: “No se tocaba a las mamitas ni a los mayores, no se robaba abajo sino arriba, es decir, a gente acomodada”.
Micaela prefiere no hablar de su familia. Solo cuenta que su hermana fue víctima de homicidio frustrado, fue apuñalada varias veces. “Si hay un Dios, la salvó a ella. No me inculcaron el respeto. Mi papá tenía 72 años cuando yo nací”.
Una vez que termine cuarto medio, quiere estudiar para ser asistente de un abogado. “Creo que puedo lograrlo, algo así como representante jurídico. Soy muy esforzada. Me levanto a las cuatro de la mañana cuando toca ir a la feria Miraflores para conseguir un puesto”.
Hace poco recibió en su escuela una nota de 6,2 en matemáticas. Su cara de alegría lo dice todo. “Yo puedo”.
Según las cifras del Ministerio de Educación, cada año 50.000 niños, niñas y jóvenes dejan un sistema escolar que les ha fallado. Como Micaela, queremos que vuelvan a estudiar para soñar en grande.