Forzadas a convivir las 24 horas del día y por tiempo indefinido con quien es su principal agresor, ya se habla de la doble pandemia que deben enfrentar muchas mujeres en los países más afectados por el coronavirus: la del Covid-19 y el recrudecimiento de la violencia intrafamiliar. Chile no está ajeno a esta tendencia.
Por María Teresa Villafrade
13 Abril 2020 a las 15:42
Actrices nacionales como Amparo Noguera, Malucha Pinto, Blanca Lewin, Mariana Loyola y otras más se sumaron a una campaña para detener la violencia contra las mujeres. Esto a raíz de que en el primer fin de semana que se implementó la cuarentena en nuestro país, las llamadas por violencia intrafamiliar aumentaron en un 70% al teléfono de ayuda y orientación, cifra que es significativamente mayor a la que se produjo en Italia, que fue de un 14% en la misma situación.
Estos datos los entregó el propio Ministerio de la Mujer y Equidad de Género que, alertado por la situación que se había producido en otros países, lanzó durante los primeros días de marzo un plan de contingencia para protegerlas. Entre otras medidas incluye un reforzamiento especial en los turnos del Fono Orientación 1455. El fin de semana antes de decretar cuarentena, se recibieron 532 llamados, mientras que el primer weekend con cuarentena ese número llegó a 907.
Simultáneamente, la cartera se coordinó con organismos públicos para resguardar la atención en periodos de emergencia, incrementar la capacidad de las casas de acogida –aunque no se dio ninguna cifra específica– e incluso anunció el próximo lanzamiento de un chat especial para que las mujeres puedan comunicarse de manera “silenciosa” y dar la voz de alerta.
Estas medidas, sin embargo, son tremendamente difíciles de implementar dada la complejidad del problema que se enfrenta. Es cosa de recordar el llamado que hizo una mujer al 133 de Carabineros para ordenar una pizza ya que no podía decir abiertamente que la estaba agrediendo su pareja.
“La violencia contra la mujer siempre ocurre en el ámbito privado, históricamente ha sido así, los femicidios por lo general se producen entre las cuatro paredes de la casa. Hoy lo que está pasando con las cuarentenas es que el control se agudiza porque estamos frente a un problema transversal que ocurre en todos los estratos sociales, no es exclusivo de vivir en pobreza. El hombre exacerba su necesidad de control sobre la mujer estando todo el día con ella presente, le revisa los WhatsApp, su Facebook, con quién habla, invade todo y, por otro lado, se acrecienta más la pérdida de vínculos de la mujer”, dice Paola Pérez, subdirectora de operación social territorial del Hogar de Cristo.
La trabajadora social tiene una amplia experiencia en esta materia, con un postítulo en Educación y Género, fue directora durante tres años de la casa de acogida Elena Caffarena para mujeres víctimas de violencia en Puente Alto y, posteriormente, asumió como Jefa Nacional de la Línea Mujer en el Hogar del Cristo.
“Existía en la fundación una línea comunitaria Mujer e Infanto-Adolescente, donde planteé los lineamientos técnicos del trabajo con mujeres y armamos unos proyectos de prevención de violencia en la familia muy buenos. De hecho ganamos un premio internacional de la Fundación Avon que fui a recibir a Washington, por el trabajo que hicimos en nuestros jardines infantiles en donde incorporamos una profesional que era experta en violencia intrafamiliar y también en prevención”.
Esta original idea se basó en la desconfianza que las mujeres víctimas sentían frente a los centros de atención creados para ayudarlas. “Mucha gente identificaba estos centros especializados, entonces cuando veían entrar a las mujeres las señalaban con el dedo: ´A esa le pegan´. Entonces pensamos que el espacio de mayor confianza para ellas, como es es el jardín infantil, donde van a dejar a sus hijos, es el lugar más adecuado para detectar y prevenir que la violencia no se instale como algo normal en sus vidas. Porque una vez que esto ocurre, revertirlo es posible, pero muy lento y difícil”, explica Paola Pérez.
Fue así como en 15 jardines infantiles de distintas ciudades del país, las educadoras de párvulos o las directoras que notaban situaciones de violencia intrafamiliar, derivaban los casos a la profesional experta para que orientara a la madre afectada. Este modelo fue premiado con 60 mil dólares en la Segunda Conferencia Mundial de Refugios para la Mujer en 2012, los que entregó la Fundación Avon y su embajadora de ese entonces, la actriz Reese Witherspoon.
-¿Por qué razón no continuó el Hogar de Cristo con esta intervención?
-No recuerdo bien si fue por culpa del terremoto de 2010 en que tuvimos que priorizar otros programas, o si el financiamiento se terminó, porque igual es un costo adicional. Pero es un modelo técnico que está listo para ser replicado en cualquier momento. Las educadoras de párvulos y las directoras de jardines infantiles no tienen todos los elementos para orientar en este tema. Los principales temores de las mujeres tienen que ver con que sean obligadas a irse de sus casas o perder a sus hijos. Son muchas las aristas que las mujeres evalúan antes de hacer una denuncia. Por eso es muy estratégico saber orientarlas y el jardín infantil al que llevan sus hijos es una súper buena oportunidad.
EFECTO BONSAI
En una situación normal, lo primero que les sucede a las mujeres que sufren violencia intrafamiliar es el término de sus relaciones familiares y sociales. Ella se oculta para que los demás no se den cuenta que sufre golpes o es maltratada.
“A esto se le llama el efecto bonsái, porque así como a éstos se les cortan las raíces para que no crezcan y permanezcan pequeñitos, a la mujer le cortan sus vínculos para mantenerlas débiles, solas, aisladas. En un estado de cuarentena como el que vivimos este fenómeno se agudiza, porque la principal recomendación que se hace es que no nos veamos con nadie. El exceso de control y la pérdida de vínculos, permite que la violencia se haga más habitual. Además si ya sube el estado de tensión en una familia producto del encierro, imagínate en una que vive con este tipo de violencia, donde el agresor está las 24 horas del día, es terrible”, señala la profesional.
Para ella, es primordial que se haga un seguimiento cuidadoso y constante por parte de los organismos estatales involucrados (Ministerio de la Mujer, Carabineros, Fiscalía) de los llamados de auxilio y las denuncias que se hacen. Considerando además que es muy frecuente en estos casos que la mujer se retracte no una sino varias veces.
“A nivel mundial se ha detectado un promedio de tres retractaciones en el proceso y ello se debe a la dependencia que genera la violencia contra la mujer y que es de varios tipos: económica, emocional. La mujer dice que no aguanta más, lo denuncia y después se arrepiente. Con la cuarentena es mucho más difícil este seguimiento, pero hay que hacerlo no solo frente a las denuncias sino a los que tienen orden de alejamiento”, agrega.
Recuerda también el importante papel que juega la comunidad, los vecinos que son testigos y que también pueden denunciar en forma anónima. “Si yo veo o escucho que a mi vecina le están pegando puedo denunciar sin dar mis datos personales. La gente se ha olvidado de esto y yo reforzaría este mensaje poniendo énfasis en que en tiempos de pandemia aumentan los femicidios y los hechos de violencia. Debe crearse más conciencia de la necesidad del cuidado colectivo para enfrentar mejor este problema. ¿Cuántas veces escuchamos después de un femicidio a personas que sabían de las agresiones y nunca hicieron nada?”.
Según su experiencia de más de dos décadas trabajando en el Hogar de Cristo, asegura que de todas las temáticas la de la violencia contra la mujer es la más difícil de abordar. “Primero porque la situación afecta a toda la familia. De alguna manera los que han vivido estos episodios terminan contagiados y actúan con violencia frente a cualquier hecho, son mujeres y niños que responden con violencia también ante cualquier situación o problema que enfrenten, sienten que esa es la manera de actuar para resolver conflictos. Son niños que han aprendido a defenderse con violencia, algunas mujeres dicen su pareja nunca les pegó a los niños pero ellos han crecido viendo esto, son niños agresivos, rabiosos, desesperanzados, no saben cómo resolver conflictos. En la casa de acogida que tuvimos lo veíamos a diario, niños con muchas pataletas, que no sabían compartir, era algo bien rudo. Se va instalando el maltrato de manera permanente”.
Otra gran dificultad es que el papel de víctima se apodera de la mujer y eso no la ayuda a salir adelante. “Si eres víctima, eres pasiva, cuesta mucho que tomes las riendas de tu vida y ese el tremendo daño que provoca la violencia. Incluso algunas de ellas se vuelven a emparejar con otra persona que repite los patrones de violencia, es muy complicado”, concluye Paola Pérez.
UNA APP PARA PREVENIR
En Chile, se registran 138.000 casos de violencia intrafamiliar al año y se espera un aumento de 30% durante la pandemia. Porque lo cierto es que la cuarentena deja a las víctimas a merced de sus agresores y peor aún, genera nuevas víctimas.
Con ocho mil usuarias activas, la App gratuita “Voy contigo” es otra alternativa para pedir ayuda desde el hogar a través de una alerta de emergencia que advierte una situación de peligro a contactos de confianza y a otras usuarias que estén en su radio.
Voy Contigo lleva un poco más de un mes en funcionamiento, por lo que al ingresar ya se pueden ver los reportes que han hecho las usuarias de diferentes comunas, proporcionando información como zonas peligrosas por falta de iluminación, presencia de personas con conductas que pueden atentar contra la seguridad de las mujeres, entre otros sucesos.
Creado por la emprendedora María Teresa Ruiz, su uso es muy útil en estos momentos de crisis sanitaria y confinamiento por el COVID19.