Chile necesita al menos una escuela de reingreso por región
Con una alta cantidad de público y una gran cobertura periodística, se desarrolló el seminario “Del Dicho al Derecho: Modelo de Calidad de Escuelas de Reingreso para Chile”, organizado por Hogar de Cristo. Más allá de la polémica que despertó la cifra de los niños, adolescentes y jóvenes que no están estudiando, todos concordaron en que lo que importa es el modelo de escuelas de reingreso que esa niñez y juventud excluida necesita.
Por Comunicaciones Hogar de Cristo
14 Marzo 2019 a las 10:43
Han sido los grandes olvidados de la sociedad: los miles de niños, adolescentes y jóvenes que cada año son excluidos de las escuelas y colegios debido a múltiples problemas que les aquejan y que están marcados por el entorno social en que viven, de pobreza y alta vulnerabilidad.
En el seminario “Del Dicho al Derecho: Modelo de Calidad de Escuelas de Reingreso para Chile”, organizado por Hogar de Cristo, se hizo el lanzamiento del libro del mismo nombre basado en una exhaustiva investigación que incluyó la revisión de experiencias internacionales en materia de reinserción escolar, así como un diagnóstico de la situación nacional, utilizando metodologías cuantitativas y cualitativas. Además, propone más de 90 recomendaciones de política pública, validadas por expertos nacionales e internacionales.
En el encuentro expusieron el subsecretario de Educación, Raúl Figueroa; el experto de la OCDE, Ricardo Espinoza; Liliana Cortés, directora de Súmate del Hogar de Cristo; y Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo del Hogar de Cristo, quien fue el primero en hacer uso de la palabra y se refirió a la polémica que despertó la cifra que arrojó el estudio: la de 358.946 niños y jóvenes entre 6 y 21 años de edad que se encuentran fuera del sistema educativo sin haber finalizado la educación obligatoria, y que los investigadores del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile están revisando dado los cuestionamientos hechos por el ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno.
“Es urgente que nos apliquemos en la solución y no en esta discusión por las cifras. Es una gran noticia el oficio enviado por la ministra de Educación al Consejo Nacional de Educación Superior pidiendo aprobar y crear juntos una nueva modalidad educativa: las escuelas de reingreso”, señaló Juan Cristóbal Romero.
Lo mismo hizo la propia ministra de Educación, Marcela Cubillos, quien previamente quiso dejar atrás la polémica señalando que “más allá de una cifra u otra, cualquier cifra nos parece de gravedad extrema”.
ESCUELAS DE REINGRESO: TENER CUARTO MEDIO NO ES SUFICIENTE
Desde el año 2012, Súmate del Hogar de Cristo se ha hecho cargo de este tema país. No existe una política pública ni un presupuesto estable para el modelo de las escuelas de reingreso. Raúl Figueroa, subsecretario de Educación, reconoció en su exposición que se trata de un número importantísimo de excluidos y que el primer paso para darles respuesta es la creación de una nueva modalidad educativa.
“La experiencia que tenemos son escuelas acotadas que tienen que echarle la mano a políticas diseñadas con otro propósito, como es la educación de adultos, que es el paraguas que hoy día cobija a estas escuelas. Pero lo cierto es que la educación de adultos no está pensada para los niños que están en edad escolar sino para los adultos que no alcanzaron a estudiar, y lo que vemos es que de los 140.000 inscritos en este sistema, el 58% son niños y jóvenes en edad escolar”.
Liliana Cortés, directora de Súmate, fundación del Hogar de Cristo que trabaja en reinserción escolar desde hace 25 años, y que tiene a su cargo las 5 escuelas de reingreso -4 en Santiago y una en Lota, Región del Biobío-, además de una extensa oferta programática territorial en las regiones Metropolitana, Biobío, Valparaíso, Coquimbo y Antofagasta, señaló:
“Estamos en deuda para avanzar en una política efectiva que logre vencer lo que mal se ha llamado como deserción escolar, porque en realidad ha sido la sociedad la que los excluye por estar en situación de pobreza, vulnerabilidad y tener distintos ritmos de aprendizaje que el promedio de estudiantes. El tema no pasa por tener el certificado de cuarto medio, eso no es suficiente. Lo importante es reparar el daño causado a estos niños, niñas, adolescentes y jóvenes para que puedan continuar adelante”.
Las escuelas tienen que estar territorialmente insertas donde ellos viven. “Tenemos experiencias diarias de chicos de Santiago que no conocen el Metro, que nunca han salido de su barrio o población”. Y no solamente eso, también se necesita tiempo para crear vínculos: “Trabajamos con menores que desconfían de todos los adultos que los rodean, por lo que debemos evitar la rotación de profesores y contar con docentes muy especializados y con enorme vocación”.
Finalmente, tras dar a conocer los tres modelos de escuelas de reingreso que aplica la fundación que considera acompañamiento especializado, aprendizaje flexible, aprendizaje personalizado, óptimas condiciones de trabajo del equipo, apoyo a profesionales, acompañamiento al egreso, buen ambiente e infraestructura y apertura a la comunidad, Liliana Cortés se refirió a los costos asociados y preguntó: “Estas cifras se pagan en los colegios de élite de nuestro país, ¿por qué no pueden asignarse a los niños que más lo necesitan?”.
Ricardo Espinoza, analista experto de la OCDE en educación, corroboró lo dicho manifestando en su exposición que la experiencia internacional demuestra que el modelo de reinserción educativa efectivamente es más caro, pero que a largo plazo vale la pena: “Esta población educativa necesita un apoyo distinto al tradicional. La exclusión no ocurre de un momento a otro, se deben identificar los riesgos antes que ocurran. El profesor es vital en la detección”, agregó.
El seminario concluyó con los comentarios de un panel de expertos integrado por Soledad Cortés, Oficial de Educación de Unicef Chile; Patricio Rodríguez, Encargado de la Unidad de Transferencia de Conocimiento al Sistema Educacional del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile y Alejandro Carrasco, investigador principal del Centro de Justicia Educacional UC y Director del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación.
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