9 Diciembre 2019 a las 08:35
Este próximo viernes esta adolescente de 14 años que nació con ataxia, una enfermedad motriz, se graduará de enseñanza básica con promedio 6.3, luego de haber padecido un verdadero calvario de exclusión escolar. ¿Cómo? Gracias a un colegio de reingreso o segunda oportunidad de fundación Súmate, donde logró estudiar sin ser discriminada.
Por Ximena Torres Cautivo
Que una adolescente linda y delicada diga “los profes no me toleraban. No les gustaba cómo yo era, me rompían los trabajos, me dejaban trabajando durante el recreo, me hacían sentir que no les servía”, impacta y permite comprender el verdadero calvario de exclusión educativa que debieron padecer Tania Maldonado (14) y sus padres, Pedro y Natalia, antes de encontrarse con el Colegio Padre Álvaro Lavín de Maipú. Este próximo viernes 13 de diciembre, su hija se graduará de enseñanza básica con todos sus compañeros.
Tania nació con ataxia, una falta de control muscular o de los movimientos voluntarios, que dificulta caminar, escribir, hablar, levantar objetos, mover los ojos y hasta tragar, pero intelectualmente nunca ha tenido ningún problema. Pese a eso, la insensibilidad de la educación pública regular y su intolerancia a la diferencia, retardaron que aprendiera a leer y pudiera tener una trayectoria educativa normal, sin repitencias, lagunas ni abandonos. La niña pasó varios años sin poder egresar de primero básico, porque la cancha se le volvía no sólo dispareja, sino que quienes debían ayudarla se la convertían en una verdadera carrera con obstáculos…
“Tania estuvo en cuatro colegios de niñas, donde nunca logró terminar un curso. Me daban razones como: ´Acá no podemos ayudarla´, ´No tenemos ascensor y la sala queda en el segundo piso´, ´Le convendría llevarla a un establecimiento especial´; ´Acá no va a andar bien; no tenemos el personal adecuado´… Lo peor fue cuando a través de una de sus compañeritas, una chica venezolana a la que le perdimos la pista y la hemos querido encontrar porque fue una muy buena amiga de Tania, supe que la profesora le rompía los trabajos, la insultaba, la consideraba incapaz. Le hacía bullying y ella sufría en silencio, porque no quería afligirnos”, cuenta Natalia Burgos, mamá de Tania, quien supo de este colegio de segunda oportunidad o de reingreso, de fundación Súmate, ubicado en Maipú, por un dato que le dieron. “Aunque vivimos en la comuna, el colegio nos queda un poco a trasmano, pero no hay problemas, hasta en bicicleta he venido a buscarla, y los parientes, los vecinos, todos nos ayudan”.
-¿Cómo habían sido las experiencias previas antes de encontrar este colegio?
-En 2016, vía exámenes libres y con la ayuda de un profesor particular, Tania logró aprobar primero y segundo básico; tenía 11 años. En 2017, fue aceptada sin problemas ni reparos aquí, en el Colegio Álvaro Lavín. Fue maravilloso. Nunca pensé que, al cabo de dos años, mi hija estaría graduándose de octavo básico. Le debemos todo a este lugar –dice Natalia Burgos, con la voz quebrada.
Positiva, fuerte, luchadora, inmediatamente después del parto supo que su hija quedaría con secuelas a causa de una asfixia que sufrió al nacer, y, junto a Pedro, su marido, se propusieron hacer todo lo necesario para sacarla adelante.
Como los controles médicos, el trabajo de rehabilitación, las dificultades que les ponía el sistema educativo, exigían flexibilidad de horarios, compraron máquinas lavadoras y secadoras e instalaron una pequeña lavandería en su casa. Esa pyme que maneja Natalia y trabajos esporádicos de construcción y de lo que venga que hace Pedro, sostienen a esta familia empeñosa y batalladora.
Recién hace tres años, Natalia volvió a ser mamá. Explica: -Siempre supe que no me embarazaría hasta que Tania estuviera firme, fuerte. Amanda, su hermanita, ha sido una alegría para todos, sobre todo para ella, pero nació con una diabetes, que es otra dificultad médica que estamos aprendiendo a sobrellevar”.
Tania ha logrado, mediante el sistema dos por uno, completar la enseñanza básica en este colegio, donde la inclusión se hace carne en jóvenes de las más diversas realidades, todas complejas y marcadas por la vulnerabilidad. Entre sus compañeros, hay hombres y mujeres, de las más dispares edades, que, con el método de dos años en uno, van recuperando su trayectoria educativa, así como el gusto por el estudio mediante el aprendizaje a través de proyectos, con técnicas de pedagogía integral que apuntan a reparar el daño que acarrean.
En el Colegio Padre Álvaro Lavín hay historias de exclusión por pobreza, problemas familiares, bullying, embarazo adolescente, abandono. “La Tania tiene compañeros con unas vidas tremendas, que no han conocido ni a su madre y viven con alguien que los recogió, situaciones que me hacen pensar que nuestra vida es una taza de leche”.
Ahora Tania, que se siente poderosa con su polera de superwoman, se desplaza con ayuda de un “burrito” rojo, el que para la última celebración de Fiestas Patrias sus compañeros de curso adornaron con flores, papeles y guirnaldas para que la joven pudiera bailar cueca con todos ellos. “Acá todo ha sido muy distinto. Mis compañeros me ayudan. Me ofrecen tomar apuntes por mí. Tengo buenas amigas. Las profesoras me ayudan, me tratan bien”, cuenta. También confiesa que le preocupa el futuro. El próximo viernes egresa de la enseñanza básica y tiene que dejar este colegio. “Acá el sistema es dos por uno, por lo que terminaría egresando de media a los 16 años y eso no se puede. El sistema no lo acepta. Tengo que volver a la educación regular, así es que el 2020 estaré en otro colegio”, cuenta con carita de pena. (Se quieres oír y ver a Tania, mira este video: https://youtu.be/yNTDdecStLY
La misma pena que sienten todos los que en el Colegio Álvaro Lavín se han encariñado con ella. Eso, mientras Natalia ya tiene matriculada a su hija “en un colegio pequeñito que se declara inclusivo. Ojalá lo sea. Y si no, siempre está la posibilidad de regresar acá”.
Si te preocupa el futuro de los 222 mil niños, niñas y jóvenes que están excluidos del sistema escolar, como le pasó a Tania, haz link aquí: https://www.hogardecristo.cl/aporta/donaciones/