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Valentina y Moisés: Emprenden por sus abuelos y los abuelos de todos

7 Mayo 2020 a las 18:17

Ambos tienen 25 años, energía acorde y un dolor común, que en vez de amargarlos, los alentó a llegar incluso a China con tal de sacar adelante un dispositivo tecnológico que habría ayudado a sus abuelos. A la de ella, a no quedar con secuelas después de un accidente vascular; al de él, a no caerse y estar tendido dos días sobre el piso de su baño. G-Care, se llama el dispositivo que verá la luz el segundo semestre de este año y que es uno de los proyectos estrella de Piensa en Grandes.

Por Ximena Torres Cautivo

 

Hace menos de dos años, Valentina del Río (25), flamante diseñadora de la Universidad del Desarrollo, recibió una llamada que no habría querido nunca escuchar. “Era una vecina que me avisaba desde la verdulería que algo le había pasado a mi abuela Martha. De fondo, yo oía su voz pero no se le entendía lo que decía. Cuando llegué a ayudarla, ya era tarde: había sufrido un derrame cerebral”.

Martha era una mujer autónoma, casada con un médico traumatólogo, endocrinóloga jubilada, que al momento de su accidente cerebro vascular tenía 79 años y una vida plena y feliz. Hoy, con 81, está postrada, con un lado del cuerpo paralizado y padece afasia, por lo que casi no puede comunicarse. “Con la ayuda de fonoaudiólogos y kinesiólogos logra decir palabras, hacer asociaciones, pero es lo mínimo”, comenta Valentina, quien se explica así que su abuela la haya elegido a ella para hacer su llamada de auxilio en vez de hablar con su marido médico o con su hija: “¿Por qué me llamó a mí? Siempre en mi familia se ha sabido que ambas tenemos una conexión muy fuerte, un lazo muy especial. Ese hecho me marca y me obliga a hacer algo para que nadie pase por el dolor que pasé yo, por eso es que me importa tanto este proyecto. En lo que estoy embarcada no es sólo un emprendimiento tecnológico; es la necesidad de aplacar un dolor, de sanar una herida”.

Moisés Venegas y Valentina del Río, emprendedores sociales

G-Care se llama la iniciativa a la que alude, que fundó con el estudiante de ingeniería civil industrial de la Universidad del Desarrollo, Moisés Venegas (25), y que ha recibido dos impulsos relevantes: uno de Corfo y 26 millones del fondo de innovación social Piensa en Grandes, que surge de una alianza entre Hogar de Cristo y Habitat, para apoyar proyectos que mejoren la vida de los adultos mayores.

“Siempre pienso que mi abuela le pidió a la vecina que me llamara porque no fue capaz de hacerlo rápido, porque ella, que se fascinaba con el funcionamiento del cerebro, supo que el suyo estaba colapsando. Qué bueno habría sido que hubiera tenido un dispositivo, un simple botón, para alertar a toda la familia de su emergencia médica, porque en los accidentes de este tipo es clave la atención lo más rápido posible”, resume, sintetizando cuál es el objetivo del dispositivo que están desarrollando: G-Care, que será lanzado oficialmente a comienzos del segundo semestre.

Coincidentemente, cuando sucedió lo de su abuela, Valentina trabajaba con Moisés en el prototipo de un bastón anti caídas, que había surgido de una tragedia familiar similar a la suya. Así la expone él: “Hace pocos años, mi abuelo Moisés se cayó en el baño y lo encontramos tirado en el suelo del baño y aferrado a su bastón”.

Moisés y su abuelo, quien despertó en él el germen de G-Care

El accidente no fue mortal, pero reveló que su abuelo tenía metástasis en el cerebro y que eso le estaba afectando la movilidad de sus extremidades inferiores. “Estaba más torpe en su movilidad y se cayó por la falta de fuerza en sus piernas. Nos dijeron que le quedaban tres meses de vida, lo que fue muy duro para la familia, aunque conocer la muerte de un ser querido por anticipado, ayuda a prepararse. Nosotros, con mi hermana, que es enfermera y experta en epidemiología, ahora está en la primera línea trabajando en el sistema de salud, nos dimos cuenta de que la accidentabilidad de los adultos mayores en Chile era muy desconocida, que no había un buen desarrollo de políticas públicas para este segmento, siendo que es un problema creciente por la mayor esperanza de vida. Así es que me activé y empecé a aprovechar los cursos de electrónica en la universidad, de tecnología open mind, que es la que puede usar cualquiera. Así ideé un bastón que indicaba cuando su usuario se caía. La caída de mi abuelo generó un propósito, que fue el inicio de este proyecto y se reorientó cuando se produjo el infarto cerebral de la abuela de Valentina”.

-Ahí le dijeron adiós a la idea del bastón…

-Claro, porque cuando pasó lo de mi abuela Martha nos dimos cuenta de que un bastón inteligente no servía. Se sabe que sólo un 10 por ciento de la población de adultos mayores usa bastón y nosotros necesitábamos un dispositivo que fuera universal, que les sirviera a todos, no sólo a los que requerían de un apoyo para caminar. Ahí empezamos a repensar la idea- responde Valentina.

Moisés, por su parte, complementa: “Tal cual, si no hubiese sucedido lo de su abuela, este proyecto no sería lo que es hoy. Creo que el mayor valor de G-Care es que está vinculado a un propósito, que surge de nuestras experiencias personales”.

Decididos a concebir un dispositivo simple, universal y transversal, sin limitaciones de uso, se lanzaron a desarrollar “un montón de productos mínimos viables, testeamos mucho, con jóvenes y con mayores. Así sacamos muchos detalles y llegamos a lo básico: un dispositivo que incluye un botón SOS, un detector de caídas y un sistema de llamadas por teléfono. Lo más básico de lo básico, pero utilísimo”, detalla Valentina.

-Dada la reconocida brecha digital de los adultos mayores, ¿este dispositivo implica alguna destreza tecnológica?

-Para nada. Es un aparato de comunicación de emergencia. Se entrega con una SIM, es autónomo, no requiere de router ni wifi.

Apasionados y con un propósito común, convencieron al jurado de Piensa en Grandes y se adjudicaron 26 millones

G-CARE EN PANDEMIA

Inspirados, apasionados, emprendedores natos, Valentina y Moisés pronto descubrieron que su dispositivo debía ser fabricado en China. En Chile, el costo de desarrollarlo era altísimo. Antes incluso de obtener el apoyo de Corfo, partieron a Oriente luego de googlear posibles fábricas desarrolladoras y conseguir la plata para los pasajes de una manera marcada por la solidaridad y la empatía. “Mi mamá tiene un minimarket y fue la persona que le distribuye los helados quien supo de nuestros planes y nos pasó la plata dispuesto a que se la devolviéramos en cuotas mensuales sin intereses, porque le fascinó el proyecto y su objetivo”, cuenta Moisés.

“Estuvimos tres semanas en China y sólo un día podría decir que hicimos turismo. Todo el resto del tiempo anduvimos por los suburbios del mundo, visitando enormes fábricas donde se trabajaba 24/7, incluso en reuniones de noche hasta dar con la que podía convertir el prototipo que teníamos en una caja de madera en algo microscópico y que tuviera la forma de un reloj”, recuerda Valentina.

Allá estaban cuando les llegó el okey de Corfo. “Nos querían conocer y alguien les dijo que no habíamos esperado su notificación de adjudicación, que ya estábamos en China, avanzando. Esa decisión parece que fue bien convincente, aunque teníamos la intuición de que íbamos a adjudicarnos el fondo, producto del trabajo que habíamos realizado en conjunto con Desafío Levantemos Chile, quienes lo administran”, dice Moisés. Y agrega: “Lo encontraron tan bueno que alguien dijo que no podía ser chileno”.

De vuelta en Chile, en internet, por casualidad, se encontraron con la convocatoria de Piensa en Grandes, el fondo social concursable financiado por Habitat con el apoyo de Hogar de Cristo, que invitaba a emprendedores a presentar proyectos orientados a mejorar el ecosistema de las personas de la tercera y de la cuarta edad. Y postularon en serio, como les gusta hacer las cosas. Revisando las bases de presentación, a los demás postulantes y con el pensamiento puesto en sus abuelos.

El pitch de Valentina fue perfecto, conmovedor en lo humano y solvente en lo tecnológico. Así se adjudicaron 26 millones de pesos, que han destinado a hacer de G-Care “un implemento tecnológico accesible y de bajo costo que esté al servicio de los adultos mayores de Chile. No buscamos hacer de esto un negocio; queremos poner a disposición de todos una herramienta que evite lo que vivimos nosotros”, afirma Valentina.

Su deadline de lanzamiento está fijado para junio próximo. Ahí mostrarán cómo es y cómo opera el dispositivo. Por esos días, están ajustando los detalles de un piloto con participantes de un Programa de Atención al Adulto Mayor (PADAM) de Hogar de Cristo en Santiago. Se trata de personas que viven solas, están postradas o que, pese a su edad, deben salir y exponerse para aumentar sus exiguos ingresos en el comercio callejero. En estos tiempos de pandemia es precisamente la población que ha visto extremada su condición de vulnerabilidad por ser población de alto riesgo frente al coronavirus.

Los dos Moisés, abuelo y nieto, y el bastón inspirador.

-¿Cómo interpretan que su proyecto se haya vuelto más importante que nunca dado lo expuesta que está hoy la tercera edad a la pandemia? ¿Cobra aún más sentido su emprendimiento?

-Es una oportunidad gigante y un desafío tremendo. Hoy los adultos mayores, de un día para otro, se han visto confinados, obligatoriamente aislados de sus seres queridos y de su comunidad. ¿Cómo podemos ayudarlos, asistirlos, conseguir algo más de cercanía, de comunicación, de vínculo? Pienso que el Estado, la empresa privada, las instituciones no pueden escatimar en desarrollo de tecnología para devolverles la mano a los que se la jugaron por nosotros, a los que nos educaron, trabajaron por sus hijos, sus nietos y por el país. Ellos son nuestra responsabilidad y no podemos abandonarlos –responde Moisés. Y vuelve a recordar a su abuelo, el hombre del que heredó su nombre, el obrero que llegó de Cañete a vivir a Santiago y fue jardinero, pintor, minero en la entonces pueblerina comuna de Lo Barnechea.

Valentina sueña con poder abrazar a sus abuelos, cuando todo esto pase.

Valentina, por su parte, también menciona a su abuelo, el traumatólogo que hoy sólo se dedica a cuidar a Martha, su mujer postrada, con quien está viviendo en estricta cuarentena. “Es terrible lo del coronavirus, no poder ir a verlos y abrazarlos. Aunque tiene unas cuidadoras que lo ayudan, mi abuelo está muy cansado. El ánimo flaquea muchísimo. Lo que hacemos es llamarlos por video a diario; él aprendió a contestar, pero el fin de semana pasado nos dijo ´por favor, no aguanto más, vengan a verme´. Fue una visita de lejitos y con mascarillas porque mi mamá tiene hipertensión y yo soy asmática, y nos hemos cuidado, sin salir a la calle”.

G-Care http://www.gcare.cl se llama así por la idea de cuidar y por la inicial de geriatría y, aunque como sistema de monitoreo para prevenir y notificar de forma temprana posibles accidentes de adultos mayores, no tiene la calidez de un beso y un abrazo en tiempos de pandemia, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

 

 

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