Pintando casas color esperanza en Conchalí
Ni siquiera la amenaza de lluvia impidió que 50 trabajadores de la empresa multinacional Edenred, con su gerente general a la cabeza, llegaran a la sede comunitaria de Hogar de Cristo ubicada en Conchalí para pintarla junto a otros tres hogares protegidos para personas con discapacidad mental. No pararon hasta dejar todo renovado y, como dice la canción, terminaron con sus caras pintadas “color esperanza”, llenas de satisfacción.
Por María Teresa Villafrade
29 Junio 2022 a las 22:02
El Día Global de Voluntariado o IdealDay lo celebra sagradamente cada 21 de junio la empresa Edenred en los más de 40 países donde está presente. Este año, por ser declarado feriado en Chile, la jornada se trasladó al día siguiente con un incierto anuncio de lluvia en la capital.
En un amplio bus y una van, llegaron puntualmente hasta la unidad San Ignacio de Loyola de Hogar de Cristo, en la población Juanita Aguirre de Conchalí, cerca de 50 trabajadores de la empresa inventora del ticket restaurante –hoy convertido en una App– y líder mundial en servicios laborales.
Premunidos con todos los implementos necesarios –tinetas de pintura, brochas, escobillones–, además de una completa dotación de snacks, jugos y sanguches para todo el mundo incluido los participantes de los programas de Hogar de Cristo, acudió casi la mitad de la planta de trabajadores pues son alrededor de 105 colaboradores en nuestro país.
Un mes antes, se habían realizado charlas de sensibilización en Edenred en las que se invitó a participar a Rubén Cornejo, jefe de la unidad San Ignacio de Loyola, quien dio a conocer la labor que la fundación creada por Alberto Hurtado realiza a favor de las personas con discapacidad mental más vulnerables.
“Es importante que nos conozcan, porque esta labor de voluntariado es un beneficio tanto para ustedes como para nosotros. Esta unidad tiene 31 años de historia. Son seis en total los hogares protegidos que tengo a mi cargo, con un promedio de ocho participantes por casa, cada uno con dos monitores responsables. Además existe el Programa de Atención Familiar (PAFAM) de Conchalí e Independencia que entrega apoyo a 40 cuidadores, la mayoría mujeres que velan por un familiar con discapacidad mental”, señaló Rubén al darles la bienvenida.
Fabiola Trigo, Jefa de Operación Social Territorial de la Región Metropolitana, destacó la relación virtuosa de trabajo que se crea al vivir su IdealDay a nivel mundial con el Hogar de Cristo:
“Es parte de nuestra misión convocar con entusiasmo a las empresas y comunidades y, en este sentido, contar con este nivel de disposición y de organización presente en nuestra unidad y en nuestros hogares protegidos, hermosear y dignificar sus casas, me parece muy virtuoso. Y algo súper importante, también intervinieron la casa central, nuestra sede ubicada en Cardenal Caro 1851, la que queremos abrir a la comunidad y a las organizaciones sociales para que tengan un lugar de encuentro”, dijo.
La jornada comenzó con el relato de un carpintero que, al momento de jubilarse, es invitado a construir una última casa, pero lo hace de mala gana y con resultado poco gratificante. Después se entera, al finalizar la obra, que lo que construyó era un regalo de agradecimiento de su empleador. Así se invitó a todos a trabajar como si esos hogares protegidos de gente vulnerable fueran sus propias casas.
Tras distribuirse en grupos a las distintas casas asignadas y varias horas después, encontramos en una de ellas trabajando codo a codo con los residentes discapacitados a un hombre con su cara llena de polvo y pintura. Se trata de Fernando Müller, gerente general de Edenred, quien cuenta que es el cuarto año en que participa de esta instancia:
“Somos más de diez mil colaboradores en el mundo que paramos un día en este IdealDay para devolver la mano a la sociedad y aportar con trabajo voluntario a quienes más necesitan. Pero de mis cuatro años éste ha sido el más bonito. Quiero reconocer a mi equipo porque ha estado trabajando sin descanso y sin estigmas ni prejuicios de ninguna naturaleza. Al contrario, estamos trabajando de la mano con ellos y sacando la vuelta ellos, sacando la vuelta nosotros”, dice riendo bromista. Pero agrega serio:
“Personalmente, no he sido cercano al Hogar de Cristo. Uno sabe que está en muchísimas cosas, es casi como una corporación gigante en el ámbito social. Por eso es gratificante descubrir esas pequeñas intervenciones que realiza con los voluntarios, con el mismo personal, y te das cuenta que sin instituciones como el Hogar de Cristo este país no sería lo que es”.
Los trabajadores de Edenred compartieron con Irma Navarrete y Claudia Pinilla, quienes vinieron a ayudar a pintar la sede comunitaria ya que ellas son residentes de un hogar protegido que no está siendo intervenido. También colabora Miguel Leyton, de 68 años, residente de la casa ubicada en calle Amberes. Barrió y lijó paredes con entusiasmo. En su hogar convive con otros 7 hombres, él es de los mayores. Cuenta que recibe una pensión de 190 mil pesos y que su hermana le trae ropa, desodorante y champú. Aparece Jorge, su compañero de hábitat, quien quiere adoptar un gato como mascota. Ha trabajado intensamente y está feliz.
Joel Antonio Contreras Salgado, no recuerda la edad que tiene ni cuánto lleva viviendo en un hogar protegido. No sabe leer ni escribir. Se le nota entusiasmado al ver su casa llena de gente que la quiere renovar.
Pamela Miranda González, asesora comercial del área de ventas en Edenred desde hace 16 años, comenta: “La verdad es que da gusto entrar a una casa donde te reciben como parte de una familia, son muy receptivos y amorosos. Soy muy sentimental e igual me dio un poco de pena, qué ganas de ayudar más. Tengo muebles en mi casa que a veces, los vendo, ahora quiero traerlos para acá porque puede mejorar su calidad de vida. El mundo sería hermoso si todos una vez a la semana nos dedicáramos a ayudar”, concluyó.
Muy interesado en conversar con los residentes, Ricardo Henríquez, gerente de cuentas, con 6 años en la empresa, reflexiona: “Uno no debe ser ajeno a la realidad social y debe tratar de contribuir en lo que pueda. Un principio de la vida es no ser indiferente a la sociedad en la que vivimos. Yo he apoyado a hogares de niños con discapacidad, es un tema que me motiva y que me gusta. Más allá de pintar, se trata de agradecer lo que uno tiene”.
Bárbara Lemus, del área de servicio al cliente, con 3 años en Edenred, cuenta que es la primera vez que es voluntaria: “Yo tenía un tío con discapacidad y recuerdo que postulamos mucho a este tipo de hogares, moví cielo, mar y tierra, pero los cupos son muy limitados y él era muy dependiente. Por eso no me quise de restar de contribuir en esta oportunidad”.
Verde manzana, lila, celeste intenso, poco a poco, las fachadas e interiores de las casas se fueron llenando de colores que fueron elegidos por los propios residentes de los hogares protegidos. La amenaza de lluvia nunca se concretó y en lugar de eso, un sector de la población Juanita Aguirre de Conchalí se llenó de esperanza.