“Ha llegado carta” es un juego del que me acordé cuando supe que en enero había llegado un oficio de la ministra Marcela Cubillos al Consejo Nacional de Educación, apelando a crear y aprobar “una nueva modalidad educativa denominada de reingreso”.
Quienes conocemos la realidad de los miles de niños y jóvenes excluidos del sistema escolar, sabemos que afecta a los más vulnerables, lo que genera una espiral de desventajas en el futuro. Aunque este grupo desescolarizado no marcha, resolver su situación de exclusión debería ser prioridad no sólo para los que creemos en un Chile más justo, sino para los que con sentido práctico ven que en muchos de ellos laten el resentimiento, la frustración, la carencia económica, el consumo, la violencia. No nos espantemos luego con que los protagonistas de los famosos “portonazos” sean cada vez más jóvenes, que haya delincuencia cada vez más precoz. No se trata de criminalizar a los chicos que el sistema trata injustamente de “desertores” como si dejaran de estudiar por gusto, pero señalar esta realidad puede convencer a los más reactivos a ayudar a esta infancia y juventud vulneradas.
Hogar de Cristo, a través de fundación Súmate, tiene 5 escuelas de reingreso y programas de apoyo territorial en las regiones, y somos parte de la Red de Trayectorias Educativas, que agrupa a otros que trabajan en el tema. En total, hay 12 establecimientos en todo Chile, por lo que la brecha de atención es abismal. Y los presupuestos otorgados se fueron reduciendo en los últimos años, a favor de otras demandas, como la educación gratuita.
Esta carta de la ministra expone los altos costos que tiene el abandono de la escuela para los excluidos y para toda la sociedad. Esperamos que las escuelas de reingreso sean consideradas como una nueva modalidad educativa, con un presupuesto acorde a la responsabilidad que Chile tiene con la infancia y la juventud más vulnerable.
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