“Desde que conocí las experiencias de las otras cuidadoras, me siento menos sola”
Desde hace un año, Leontina (63) es la cuidadora principal de su madre y su hermano: postrado y dependiente. La crisis social y el alza del costo de la vida han extremado la culpa, la depresión y el cansancio, sentimientos habituales en quienes se ocupan de personas dependientes. Una realidad que Hogar de Cristo, con el apoyo del Gobierno Regional del Maule, busca mitigar entregando apoyo a 145 cuidadoras en las comunas de Curicó, Teno, Romeral, Molina, Linares, San Javier, Cauquenes, Constitución y Parral.
Por Matías Concha P.
19 Diciembre 2022 a las 16:23
“En marzo de este año volví a vivir con mi madre”, dice Leontina Gutierrez, al otro lado del teléfono, desde una población en Curicó, región del Maule. “Mi madre, Rosa, ya tiene 84 años y tiene problemas de equilibrio, también está mi hermano, que necesita asistencia todo el día porque está enfermo del corazón y tiene una distrofia muscular”.
–Mi marido, que es increíble, me ayuda cuando puede, pero el resto del tiempo, sí, soy yo quien se hace cargo de los dos. Me toca bañarlos, alimentarlos, hacer el aseo, poner las cremas, los remedios, ir a las compras, los llevo al doctor, todo lo que ellos necesiten, ¿qué más podría hacer? Ellos son mi familia.
Según la OMS, el “cuidador” es la persona del entorno del enfermo que asume voluntariamente el papel de responsable y está dispuesto a tomar decisiones por y para el paciente, y a cubrir sus necesidades. Sin embargo, el cuidador está expuesto a experimentar un estado de profundo desgaste a nivel físico y emocional llamado “síndrome de sobrecarga del cuidador”.
Leontina vive pendiente de los cuidados de su madre y su hermano, Luis, que padece distrofia muscular, una enfermedad genética que ocasiona debilidad y pérdida progresiva de la masa muscular. “El único problema es que antes tenía más energías, era más joven, pero ahora también soy mayor y me cuestan las tareas físicas. Me duele mi espalda, las manos, es un tema bañarlo, hacer la cama, poner las cremas, levantarlos… Si no fuera por el Hogar de Cristo, no sé qué haría, ellos me traen mercadería, me ayudan psicológicamente y lo más importante, me vienen a ver a mi mamá y a mi hermano a la casa, no tenemos que ir nosotros a buscarlos a ellos”.
Como existe una tendencia mundial a la desinstitucionalización para los temas de salud mental, envejecimiento, discapacidad, infancia. Hogar de Cristo está realizando intervenciones mixtas y flexibles, que combinan lo residencial de corta estadía con lo ambulatorio, lo domiciliario y lo comunitario y retrasan el ingreso de las personas a una modalidad residencial.
“Esta nueva estrategia busca ir al encuentro de las personas mayores”, dice Marco Henríquez, jefe de operación social de Hogar de Cristo, en Maule norte. “Sentimos necesario este acompañamiento para todas nuestras cuidadoras, quienes por la inflación y el alza del costo de la vida se han visto doblemente afectadas, pues los niveles de ansiedad y estrés han aumentado en nuestra población a nivel de salud mental, siendo estas un segmento mayormente afectado, incrementando además la sobrecarga”.
Desde hace un año, el Programa de Atención Domiciliaria para el Adulto Mayor (PADAM) del Hogar de Cristo, en Curicó, visita a Leontina. Les llevan cajas de alimentos, pañales, los ayudan con trámites. El programa atiende a cerca de 30 adultos mayores vulnerables de la comuna. Dicen que casi el 50 por ciento de ellos están al cuidado de personas también mayores.
“He aprendido de nuestros derechos como cuidadoras y técnicas para cuidar a mi mamá y mi hermano… Desde que conocí las experiencias de las otras cuidadoras, me siento menos sola, más comprendida, ahora entiendo que esto no solo me pasa a mí”, concluye Leontina.
En Chile, el 72% de las personas que cuidan gente postrada, discapacitada o dependiente, son mujeres. De estas, casi el 70% padece del «síndrome del cuidador», un estado de profundo desgaste a nivel físico, emocional y mental.
“Mientras más dependiente sea el adulto mayor que cuidamos, mayor será la sobrecarga, así como también, será percibida como mayor carga si no existen redes de apoyo o son escasas”, explica Doris Garcia, experta en cuidados de adulto mayor de Hogar de Cristo. “Es distinto el contexto de un cuidador principal con redes de apoyo formales, o redes de amigos y familiares, a un cuidador que está solo. No obstante, se ve afectado igualmente a nivel físico y psicológico, con un deterioro social significativo, pudiendo desarrollar sentimientos de incapacidad, culpa, sintomatología depresiva o ansiosa”.
Es por esto que para el Hogar de Cristo el “cuidado del cuidador” se ha convertido en una cuestión crucial. Hace pocas semanas, con el apoyo del Gobierno regional del Maule, comenzó a implementar un proyecto que busca abordar la situación de vulnerabilidad entregando kits de alimentación semanal, elementos de higiene y cuidado. También realizan talleres y promueven espacios de conversación y contención individual y grupal, donde las cuidadoras reciben un reconocimiento formal del rol del cuidador y una estructuración de redes de apoyo para puedan capacitarse, informarse sobre sus derechos y descansar un poco de las pesadas mochilas que cargan.
“La iniciativa contempla tres líneas de acción”, explica Marco Henríquez, jefe de operación social de Hogar de Cristo, en Maule norte. “En primer lugar, vamos a entregar un apoyo material, que aporte en las necesidades de urgencia en alimentación, abrigo e higiene. En segundo lugar, vamos a realizar espacios de encuentro y apoyo psicosocial, en el plano individual como colectivo, entendiendo que las cuidadoras no sólo necesitan pañales o remedios, también necesitan un apoyo psicosocial que las guíe en su labor. Y, por último, vamos vincularlas en espacios de aprendizaje, recreación y reflexión; todas las cuales tienen como punto de partida la creación de vínculos de confianza y cercanía que permitan confianza mutua en el apoyo y en la certeza de que no están solas en esta tarea”.
Leontina es una de las mujeres cuidadoras beneficiada por el proyecto de Hogar de Cristo. “Hay muchas gente que es cuidadora, que no pueden trabajar, que no pueden salir de la casa porque no pueden dejar solo a sus enfermitos, es injusto, porque a pesar de que una los ama, de que una es feliz, necesitamos ayuda urgente… A mí lo único que me preocupa es el futuro, espero que alguien me cuide con el mismo cariño con que yo estoy cuidando a mi seres queridos ahora”, finaliza.