Repaso a la tragedia (y a la solidaridad)
El Hogar de Cristo nace para dar precisamente un hogar a los más pobres y vulnerables. Por eso, cuando “el caballo iracundo golpea el planeta y escoge la patria delgada”, como escribió Neruda con ocasión del terremoto de 1960 en Chile, o el país se inunda o se quema, que es lo que sucedió ahora, en Viña del Mar, la movilización es inmediata. Este es un repaso de todas esas ocasiones en que la desgracia despierta lo mejor de nosotros.
Por Ximena Torres Cautivo
6 Febrero 2024 a las 19:06
La capacidad de respuesta del Hogar de Cristo con campañas de emergencia frente a las catástrofes naturales radica en sus circunstancias. Es una organización nacida en Chile, tierra de cataclismos; creada por un chileno sensible a la desgracia ajena, Alberto Hurtado, que vivió un movimiento telúrico histórico a nivel global, de esos que figuran en los récord Guinnes.
Hablamos del terremoto de Chillan, ocurrido en la noche del 24 de enero de 1939.
Aún no nacía el Hogar de Cristo, “su milagro permanente”, como consideran muchos a su obra, pero él, que lo vivió en Santiago, se movilizó como pudo hasta la devastada ciudad. Ahí estaba el noviciado de los jesuitas, el que quedó literalmente en el suelo. Ningún estudiante resultó herido; se encontraban todos en la localidad de Dañicalqui. Así se libraron de quedar sepultados bajo los escombros, como sucedió con un número estimado de 30 mil personas.
“Los escombros fueron tan mortales como las enfermedades que proliferaron a causa de la escasez de agua, alimentos, insumos médicos y servicios higiénicos. Junto con las altas temperaturas aumentaron los casos de tifus, cólera, pediculosis, epidemias que habían logrado ser controladas por la medicina de la época”, leemos en una crónica del siglo pasado.
Esa realidad impulsó a Alberto Hurtado a salir hacia Chillán. Lo hizo “el 26 de enero, en el automóvil del Colegio San Ignacio con un jesuita y un médico, trasladando provisiones y medicinas para prestar auxilio. Posteriormente organizó un equipo de jóvenes para socorrer a los damnificados”, escribió Alejandro Magnet, uno de sus biógrafos.
En Chillán se dedicó a atender a los heridos. A través de la radio, llamó a ayudar a todos los que pudieran hacerlo, y consoló y alentó a los sobrevivientes. El 30 de enero regresó de Chillán a Talca, trasladando en su vehículo a Álvaro Lavín, su mentor, y amigo, el jesuita había resultado herido. Una vez en la capital, salió a conseguir víveres para los damnificados.
Ya creado el Hogar de Cristo, casi dos décadas después, sin la presencia del padre Hurtado, esta vocación de servicio volvió a hacerse patente con ocasión de “el gran terremoto de Chile”. El de Valdivia, que alteró la geografía de esas tierras para siempre. Tuvo una magnitud de 9.5 y ocurrió pasadas las tres de la tarde del domingo 22 de mayo de 1960.
Desde el primer minuto, la organización asume tareas de ayuda humanitaria.
En 1965, con el terremoto que asola la zona central de Chile, con epicentro en La Ligua, el Hogar de Cristo juega un papel crucial en la construcción de viviendas de emergencia de madera para las víctimas. Las casas de la zona central hasta entonces eran predominantemente de adobe y la destrucción y el daño fue enorme.
Así, la capacidad de respuesta de la organización ante desastres naturales empieza a instalarse como una marca de fábrica. Esto, dada su creciente presencia en todo el país, su conocimiento de los territorios y su contacto con las redes de apoyo. Así se convierte en un actor esencial de ayuda en la emergencia y los procesos posteriores de reconstrucción.
En la historia más reciente, podemos recordar el intenso trabajo comunitario desarrollado por Hogar de Cristo en las regiones del Maule y del Biobío, tras el terremoto y posterior tsunami de 2010. Se organizaron campañas como “Chile se la puede” y “Chile ayuda a Chile”, que se tradujeron en el envío de 780 toneladas de ayuda a los damnificados en Concepción.
Ese año nacen los Centros Comunitarios con el programa “Campana”, que atiende a los niños y los Programas de Atención Domiciliaria para los Adultos Mayores, hoy conocido PADAM. Fue una campaña extensa –duró casi un año– y contó incluso con financiamiento de la Comunidad Económica Europea.
Como un presagio de lo que acontece hoy y como un recordatorio de lo poco que se aprende de las tragedias, el sábado 12 de abril de 2014 se produjo “el gran incendio de Valparaíso”. Comenzó pasadas las 4 y media de la tarde en el sector del camino La Pólvora. Se declaró alerta roja y el incendio se propagó de manera descontrolada, cruzó la ruta y se dirigió hacia las zonas pobladas de los cerros. Hubo muchos evacuados.
Hogar de Cristo junto a Corporación María Ayuda, Caritas Chile y Mall Plaza recolectaron casi 300 toneladas de ayuda para los afectados.
La campaña se llamó “Chile Ayuda al Puerto” y reunió ropa, agua embotellada, útiles de aseo personal, alimentos no perecibles, cloro, colchones, entre otros productos de primera necesidad. Estos aportes fueron en directo beneficio de los más de 15 mil afectados por el incendio de Valparaíso, en el que hubo 15 víctimas fatales.
El incendio también dejó a cientos de adultos mayores –que pertenecían al 20 por ciento más pobre del país– en mayor vulnerabilidad aún. Hogar de Cristo sumó a su acción social en la zona el Programa de Atención Domiciliaria para el Adulto Mayor, PADAM, que hoy sigue activo, vinculando a los mayores con la comunidad y contribuyendo a mantenerlos activos y autónomos.
En 2015, es el Norte del país el duramente golpeado por un inesperado evento hidrometeorológico.
En marzo de ese año, se desencadenaron lluvias intensas en las zonas altas de las regiones de Antofagasta y Atacama. Los débiles suelos, con escasa capacidad de infiltración activaron cuencas, quebradas y la movilización de tierras y sedimentos en forma de aluviones, aludes e inundaciones. ¿Resultado? Treinta y cuatro muertos, cuatro desaparecidos, daños en casi 10 mil viviendas, infraestructura, equipamiento urbano y predios agrícolas.
Hogar de Cristo lanzó la campaña “Nuestro Norte, Nuestra Ayuda” y consiguió enviar 815 toneladas de ayuda, demostrando nuevamente su compromiso y capacidad de respuesta ante las emergencias naturales. Fue una movilización importante. La organización llevó agua embotellada hasta Copiapó, Caldera y Tierra Amarilla.
Los vecinos de Santa Olga, en la Región del Maule, recuerdan el 24 de enero de 2017 como la fecha en que, repentinamente rodeados por una “tormenta de fuego”, vieron desaparecer su pueblo. La pequeña localidad, donde vivían unas seis mil personas fue consumida por los incendios forestales, que empezarían a hacerse corrientes en los meses del verano.
Ese año hubo incendios entre las regiones de Coquimbo y Los Lagos, con mayor intensidad en las de O’Higgins, Maule y Biobío. Las víctimas fatales fueron 10 y las hectáreas consumidas casi 600 mil.
Televisión Nacional de Chile, Mega y otros medios de comunicación se unieron al Hogar de Cristo en la campaña “Juntos por Chile”, que finalizó con una transmisión conjunta de ambos canales el 31 de enero. Se reunieron más de dos mil millones de pesos y se logró levantar con ellos tres escuelas en la comuna de Constitución. El jardín infantil “Las Personitas” del Hogar de Cristo cerró la trilogía en Santa Olga.
Los primeros mil millones reunidos se destinaron a entregar 1.543 kits para habilitar las viviendas de emergencia. Este conjunto de enseres básicos benefició a 6.172 personas, considerando un promedio de 4 personas por familia.
“Mil millones; tres escuelas equipadas” fue la consigna, que resultó de la rápida y solidaria respuesta de las personas, que, conmovidas con las historias de chilenos que se habían quedado con lo puesto, lograron duplicar los mil millones propuestos como meta inicial en tiempo récord.
CHILE COMPARTE EN PANDEMIA
El 3 de marzo de 2020 se confirma el primer caso de COVID-19 en Chile. Esta amenaza inédita vino a cambiar desde nuestra forma de relacionarnos hasta la forma de hacer campañas solidarias.
A fines de ese mes, en vista del daño económico que implicaba la cuarentena por pandemia, Hogar de Cristo ya estaba embarcado la campaña de recaudación digital “Chile Comparte”. Se hizo junto a TECHO-Chile y a los bancos comunales de sectores vulnerables de Fondo Esperanza.
El COVID-19 representó un desafío para todos. En lo laboral, económico y social, pero afectó con mayor dureza los más pobres: a las familias de campamentos, cités y poblaciones con que trabaja TECHO-Chile; a los adultos mayores; familias de lactantes y párvulos, niños y jóvenes con rezago escolar y personas con discapacidad mental que atiende el Hogar de Cristo; y a las mujeres jefas de hogar socias de Fondo Esperanza.
“Estamos en esta campaña, porque muchas familias de nuestros participantes la están pasando muy mal, desabastecidos y sin recursos. Por eso resolvimos reunir una canasta básica para ayudarlos en estos días difíciles”, señaló Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo de Hogar de Cristo.
En esa ocasión, fue el Banco Santander el que habilitó la cuenta “ChileComparte N° 042020”, donde se recibieron las donaciones, tanto de empresas como de particulares. Con esos recursos se compraron y distribuyeron las cajas solidarias de alimentación, basadas en el estándar utilizado por la ONEMI para las canastas básicas para una familia de cuatro integrantes. Esas cajas llegaron con mucha mayor agilidad que las ayudas del gobierno.
“Juntos por Chile” es una marca que perduró. Fue nuevamente activada hace justo un año. En febrero de 2023, cuando los bosques de la zona centro sur empezaron a arder descontroladamente en una mezcla difusa de altas temperaturas e intencionalidad. Así aprendimos la expresión “factores antrópicos”. El concepto significa “daño ambiental por acción humana premeditada” y que afectó principalmente a las regiones de Ñuble, Biobío y La Araucanía.
“Mil millones para mil familias” fue el mensaje de la campaña que levantó Hogar de Cristo, Megamedia y varios medios de comunicación para ayudar a los damnificados en la zona centro sur del país. Dos fueron los auxilios fundamentales a los que se destinaron los mil millones para mil familias. Uno, contención psicosocial de primera respuesta a las familias afectadas, y dos, habilitación de las viviendas de emergencia.
Con 1.180 viviendas afectadas, 5.600 damnificados, 12 establecimientos educacionales y tres centros de salud destruidos, los mega incendios forestales de este 2023 no dieron tregua en la zona centro-sur del país, siendo las regiones de Ñuble, Biobío y La Araucanía las más golpeadas. Tal como se había hecho para los mega incendios de 2017, “Juntos por Chile” logró habilitar interiormente mil viviendas de emergencia con todo lo necesario. Es decir, camas, mesas, sillas, ropa de cama, utensilios de cocina e incluso refrigerador. Y -quizás lo más relevante- llevar apoyo psicosocial a los damnificados, ayudándolos a recuperar sus documentos, horas médicas, redes, además de contenerlos en lo sicológico.
Pero, cuando las familias de Ñuble y Biobío aún no levantaban cabeza, se descargaron milímetros continuos de lluvia en otra manifestación del cambio climático. El Mataquito se desbordó, inundando Licantén.
Muchos que en el verano habían visto arder sus pertenencias, ahora, en invierno, las veían irse en las caudalosas aguas de los ríos. La constatación del daño que hemos provocado a la naturaleza mostraba su peor cara. Y nos ponía frente a las “nuevas pobrezas”, las que tienen que ver con el cambio climático.
Las torrenciales lluvias de junio duraron 4 días. Dejaron dos personas fallecidas, 2 desaparecidas, 19.469 damnificadas y 12.074 aisladas, así como 1.800 viviendas destruidas y más de 8 mil con daños en el centro sur del país.
Para limpiar Licantén de la pena y el barro, Hogar de Cristo y Megamedia, se unieron superando la meta de 25 millones de pesos de la campaña “Juntos por Licantén”. Así, se logró llevar 500 kits de aseo general e higiene a las familias que batallaban contra el barro en esa comuna de la región del Maule.
Agosto no quiso pasar inadvertido. Y el cielo volvió a partirse en dos y a dejar caer la lluvia a raudales, esta vez acompañada de vientos. El temporal de agosto se prolongó por cinco días y afectó a ciudades y pueblos desde las regiones de Valparaíso hasta Biobío. Nuevamente, hubo crecidas y desbordes de ríos, inundaciones y activación de las quebradas. Las cifras oficiales dieron cuenta de 3 personas fallecidas, 57.584 damnificadas, 42.120 aisladas, 31.863 evacuadas y 1.245 albergadas, así como más de 10 mil viviendas con daño mayor y 239 destruidas
Rápidamente Hogar de Cristo y Megamedia volvieron a la carga para despertar la solidaridad, con la campaña “Juntos en acción ante el cambio climático”, logrando reunir más de 75 millones de pesos, que se tradujeron en la entrega de kits de higiene y limpieza, a familias damnificadas en localidades de la región del Maule, Ñuble y Biobío.
Las olas de calor anunciadas para el verano de 2023 parecían ser como el cuento del lobo… Hasta que encendieron la pradera y alcanzaron las zonas pobladas de Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana.
La tragedia fue fulminante: en un día casi 5 mil personas quedaron si nada. Al cabo de una semana, las personas muertas llegaron a 131, habiendo cerca de 60 desaparecidas. Los incendios de la región de Valparaíso han sido catalogados como los más mortíferos a nivel mundial en los últimos 15 años y los segundos más letales del siglo 21, detrás de los incendios forestales en Australia de 2009. Y son, sin duda, los más mortíferos de la historia de Chile.
“Juntos Unidos por Valparaíso” es manifestación de la mucha experiencia adquirida por Hogar de Cristo en este tipo de movilización humanitaria. En cinco días, había ya 120 millones de pesos. En una primera etapa, el monto permitió llevar kits de remoción de escombros a centenares de familias damnificadas en el campamento Manuel Bustos. Se trata del más populoso de Chile y ubicado en los cerros de Viña del Mar desde comienzos de este siglo 21. Como hemos visto, el fortalecimiento del programa atención domiciliaria a adultos mayores o con dependencia moderada tuvo directa relación con el incendio de 2014. Hoy ocho personas mayores que participan de ese programa en la Villa La Pradera, perdieron sus viviendas, tal como otros cientos de jefes de hogar.
Ahora, con Movidos por Chile y Anatel, estamos junto a TECHO-Chile y la Comunidad de Organizaciones Solidarias (COS), difundiendo “Juntos Chile se Levanta”. Es un mega evento musical solidario que se desarrollará este viernes 16 de febrero. Será transmitida desde el Movistar Arena por todos los canales de televisión. La donación se hace mediante la compra de entradas a través de PuntoTicket. Y lo recaudado tendrá tres destinos: ayuda humanitaria inmediata, traducida en alimentos y enseres, liderada por la COS. La reconstrucción de viviendas, que será dirigida por TECHO-Chile. Y la posterior habitabilidad de las viviendas, donde Hogar de Cristo será el responsable.
Esperamos contar con la ayuda de todos. La tragedia de Valparaíso es inédita en materia de muerte y destrucción y nadie debe quedar indiferente a la desgracia de tantos compatriotas. Aquí cabe recordar aquello que decía Alberto Hurtado: “Nadie es tan pobre que no pueda dar”.