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Personas en situacion de calle:

¿Cuántos, cómo, dónde y qué costo tienen para el Estado?

Siete millones de pesos por persona le cuesta al año al Estado el programa Vivienda Primero, menos de los 15 millones que representa el costo de un hombre o de una mujer viviendo en la calle por concepto de emergencias médicas, internaciones hospitalarias, ayudas diversas y el funcionamiento de los dispositivos de emergencia en invierno. Aquí una representante del gobierno y un experto del Hogar de Cristo hablan de la realidad cada vez más masiva de las personas en calle.

Por Ximena Torres Cautivo/ Publicado por El Dínamo

30 Junio 2022 a las 19:10

Veinte mil personas no es nada.

Aunque para cada una de ellas lo que viven es mucho: mucho frío, mucha hambre, mucha violencia, mucha enfermedad, mucha exclusión, mucho desprecio.

Hoy en Chile, todos –autoridades, especialistas y ciudadanos– sabemos que las personas en situación de calle han aumentado de manera exponencial. El número oficial proyectado a partir de la pandemia y sus efectos –casi 20 mil–, se queda corto y es pobre, porque falta perfilar a la nueva población que ha venido a engrosar las cifras de la gente en calle.

Como afirma la jefa de División de Promoción y Protección Social, de la Subsecretaría de Servicios Sociales, Francisca Gallegos: “No es el catastro por el catastro. La información oficial está desactualizada y se hace necesario un nuevo estudio de caracterización. Después de una pandemia y con una situación socio política como la que está atravesando Chile, surge la necesidad de actualizar la fuente  de  información para mejorar la toma de decisiones. Hoy estamos conversando en la Mesa Nacional de Calle sobre cómo damos curso a un nuevo catastro que se pueda implementar durante 2023”.

La joven socióloga “tiene calle” en calle.

Académica y candidata a un doctorado en socióloga, lleva 15 años dedicada a la investigación e implementación de políticas sociales para instituciones públicas, organismos multilaterales e instituciones privadas en varios países de América Latina. Fue, además, directora del Observatorio Social de la Universidad Alberto Hurtado, donde diseñó y evaluó la medición de pobreza y realizó el Catastro de Personas de Situación de Calle que se usa hasta hoy. Dice: “Fue interesante y súper desafiante; requirió de todas las voluntades políticas, académicas y de voluntariado a lo largo de todo el país”. Y ahora cree que es imprescindible ponerlo al día.

Andrés Millar, jefe de la línea Personas en Situación de Calle del Hogar de Cristo, celebra el anuncio hecho por Francisca Gallegos en Hora de Conversar, el programa sobre pobreza y desigualdad que transmite vía streaming quincenalmente la fundación. Sostiene: “La información que está en el Registro Social de Hogares no da cuenta fehaciente de lo que ocurre en la calle. De hecho, no incorpora a los migrantes. Según las cifras oficiales, habría solo trescientas personas migrantes en situación de calle, cuando nosotros sabemos que sólo por el Paso Colchane, en la Región de Tarapacá, donde Hogar de Cristo está trabajando, en los últimos meses, entran al día más de doscientas. Eso significa seis mil personas migrantes por mes, de las cuales un gran porcentaje termina viviendo en carpas, en la calle. Es un desafío enorme para todos: el Estado y las instituciones de la sociedad civil organizada que nos dedicamos a esto”.

En Hogar de Cristo se trabaja a nivel individual. Uno a uno, con cada persona. “Después, en cada intervención, hacemos la re vinculación familiar, pero nuestros dispositivos residenciales no acogen familias, lo que hoy nos desafía. La buena noticia es que las familias de migrantes necesitan solo de un empujón para salir de la situación de calle. Y eso es regularizarse en el país, que es lo más importante para que puedan trabajar”.

-¿Cómo está notando el Hogar de Cristo el alza del costo de la vida en la realidad de la calle?

-El costo de la vida ha aumentado en cuestiones esenciales. Nosotros, en nuestros programas residenciales, lo notamos en alzas cercanas a un 30 por ciento en alimentación, calefacción, transporte. Es  lo mismo que pasa en los hogares más vulnerables. Lo que más golpea a la personas y que puede ser motivo de incorporarse a vivir en la calle, como también sucedió en pandemia, es el fuerte aumento del precio de los arriendos. Muchos ya no pueden arrendar y se han tenido que ir de allegados, otros se han sumado a las más de 81 mil familias que viven en campamentos, que hoy deben ser unas cien mil, y muchos otros terminan en la calle. No tienen otra opción.

¿Cuánto cuesta una persona en calle?

Vivienda Primero -Housing First- es un programa social para personas en calle centrado en la vivienda. Como requisito de ingreso, no exige permanencia en el programa, ni abstinencia del consumo de drogas, tampoco participación en programas laborales. Esto es un cambio de paradigma respecto a lo que han sido las políticas sociales en esta área: la vivienda disponible en primera instancia como un derecho, porque de ella parten todos los cambios.

Housing First fue desarrollada por el estadounidense Sam Tsemberis en Nueva York, a principios de los 90, y logró terminar con los veteranos de guerra que vivían como homeless en muchas ciudades de ese país. En Chile, se inició como programa piloto en 2018 y ya hay 500 personas beneficiadas en distintas regiones de Chile con logros significativos.

-Francisca, como representante del nuevo gobierno, ¿van a darle continuidad a Vivienda Primero?

-Vivienda Primero debe pasar de ser un programa piloto a uno más robusto y extendido territorialmente. Ese es uno de los compromisos que está en nuestro programa de gobierno. Así lo hemos manifestado en la Mesa Nacional de Calle y a los diferentes actores cada vez que nos han preguntado al respecto. Esto va a implicar un aumento del presupuesto para Vivienda Primero.

La representante de la Subsecretaría afirma que espera que Vivienda Primero “en el futuro se convierta en una política de Estado”, más después de escuchar el testimonio de Víctor Pino, beneficiario del programa.

Víctor vivió 15 de sus 71 años en situación de calle. Maestro en cuero, perdió a su familia, casa y pertenencias a causa del alcohol, según señala. Siempre lleva con él un papel donde escribió todos los lugares en los que fue acogido: “La Casa Madre de Dios Padre Hurtado, que queda camino a la Cuesta Barriga, de un señor Alejandro Devés. Una prima de él –Rosa Devés– acaba de ser nombrada rectora de la Universidad de Chile”, agrega dando cuenta de lo bien informado que está. Estuvo también en los Traperos de Emaús, donde se puso “político de izquierda”, y en la Fundación Gente de la Calle. “Por el alcoholismo, que tengo desde niño, se me iban cerrando todas las puertas”.

Hoy el suyo es un caso de éxito. De una residencia del Hogar de Cristo, la de Rancagua, fue trasladado a la Casa para la Superación de San Fernando, de la misma institución. Allí estuvo tres años y logró la abstinencia total, que para él explica parte importante de su cambio. De allí pasó a ser beneficiado con Vivienda Primera y a vivir en un departamento compartido en Recoleta.

“Escuchar historias de cambio como la de Víctor Pino, que se repiten en diferentes regiones, nos impulsan a avanzar en la garantía de derechos de las personas en situación de calle. Sabemos que el entramado para llegar a vivir en calle es tremendamente complejo. Que no existe una única causa. Que muchas veces fallan los soportes estatales y público, por eso es clave poner a la persona al centro”, sostiene Francisca Gallego.

–Andrés Millar, ¿cuál es la rentabilidad social de este programa?

-Al revisar los resultados de uno, dos, tres años del programa, podemos afirmar que tiene un alto impacto social. Como Hogar de Cristo tenemos 46 viviendas en esta modalidad y el 99 por ciento de las personas beneficiadas han mejorado en todos los ámbitos. En su salud, en la adherencia a sus tratamientos médicos, en la revinculación familiar, en el mejoramiento de la autoestima… El promedio de edad de los participantes es de unos 67 años.

Millar destaca que las personas de calle que corren más riesgo de muerte en invierno son las mayores, por eso Vivienda Primero privilegia a los de sobre 50 años con más de 5 años de vida en calle. “Este es un programa rentable de acuerdo a evaluaciones del Ministerio de Desarrollo Social y del de Hacienda. El costo para el Estado por persona en Vivienda Primero es de 7 millones de pesos al año contra los 15 millones de pesos anuales que cuesta una persona en situación de calle por concepto de emergencias médicas que se suscitan en esta condición, internaciones hospitalarias, ayudas diversas y el funcionamiento de los dispositivos de emergencia en invierno. O sea, estamos hablando de la mitad para un programa que tiene un altísimo impacto humano y social, que logra una solución permanente”.

No más soluciones parche

El número oficial es 20 mil personas (y ya dijimos no da cuenta de la realidad). Los programas residenciales estables cuentan con 3 mil camas en albergues y hospederías y, cuando el frío cala los huesos, como en estos meses, se amplía el cupo en otras 3 mil camas transitorias. O sea, 14 mil quedan durmiendo a la intemperie. O debajo de los autos estacionados, como le comentaba una joven en calle a su a madre. “Así evito que me vayan a violar”, la tranquilizaba.

Le preguntamos a la autoridad:

–¿Cómo están funcionando las soluciones transitorias, el Plan de Invierno, el Código Azul? 

–Cuando llegamos al gobierno, vimos que el programa para albergues tenía una disminución de un 40 por ciento del presupuesto este año. Sabemos que se ha iniciado la época más fría del año y hace un par de semanas tuvimos las temperaturas más bajas desde hace décadas; ahora mismo está muy helado. Por eso estamos fortaleciendo el plan Protege Calle a partir de recursos significativos que bordean los 14 mil millones. Aumentaremos la cantidad de albergues, las rutas sociales calle y las médicas en todo el país. Avanzaremos en las residencias familiares, porque sabemos que hay familias migrantes pero también chilenas que hoy se encuentran con niños y niñas en la calle. Esa es para nosotros una de las mayores preocupaciones –responde Francisca Gallegos.

Agrega que están muy enfocados hacer una buena distribución de recursos en cada uno de los territorios. “Sabemos que existen comunas específicas donde se concentran las personas de calle, y ese dato es importante para ser eficientes”. La joven autoridad invita a dirigirse a la página nochedigna.cl, así como a comunicarse con el FonoCalle, que ofrecen información sobre la ubicación de los albergues o para dar aviso cuando se ve a una persona en calle en riesgo. En ese sentido, hace suya la frase del Hogar de Cristo: “No es el frío el que mata; lo que mata es la indiferencia”.

-Andrés, semanas atrás se inauguró un memorial donde fueron enterradas 372 personas de calle muertas en condición de NN. ¿Son esos gestos más bien reparatorios, simbólicos, o dan cuenta de un progreso en la materia?

-Lo primero es felicitar a Francisco Román y a Gente de la Calle por esa iniciativa. Hace 10 años, en el Hogar de Cristo, estimábamos que en Chile morían más de 150 personas en la calle al año. Eso ahora, con planes de invierno, ya no sucede. Hoy mueren menos personas en calle. A esta altura de 2022, van siete, en un conteo informal. Ojalá que durante este gobierno demos pasos hacia una política más robusta que asegure el presupuesto año a año y no debamos depender de una glosa presupuestaria. Obviamente, esto requiere además de servicios integrados, donde participen Desarrollo Social, Vivienda, Salud, Trabajo, Educación. Los programas de salud mental para las personas en situación de calle son igual a cero, la gente está a la deriva, para tratarlos se requiere acompañamiento especializado, en tiempos prolongados. Necesitamos avanzar en ese sentido.

Y está el consumo de alcohol y drogas. ¿Cómo se aborda ese tema?

–El consumo en calle tiene que ver con el dolor, con las situaciones de quiebre y trauma que han vivido las personas en calle y que muchas veces se arrastran desde la infancia, en hogares que han vivido la violencia de la pobreza. El alcohol, la pasta base son una suerte de escape a ese dolor. Para abordar el tema se requieren soluciones estructurales, en programas especializados. Es una tarea que requiere de una importante inversión pública, que implica acompañamiento profesional e individual. Son tratamientos largos y deben ir acompañados con un sistema residencial, porque estando en la calle, sin un lugar protegido y estable, resulta muy difícil dejar las drogas.

–Francisca, ¿hay algún programa social específico para mujeres en calle?

–Nuestro sistema de protección social hoy carece de perspectiva de género, así como de perspectiva de las diversidades sexuales, de la interculturalidad, y estamos trabajando es esto. Nosotros vemos la situación de calle no como algo chiquitito, sino inserto dentro de la gran tarea de avanzar en la garantía de derechos sociales. Queremos ofrecer políticas públicas y programas sociales que vayan  a la superación de la pobreza en todas sus expresiones y profundidades. La dimensión de género  en situación de calle es un área que nos interesara visibilizar. El deterioro que significa la calle para las mujeres es mucho mayor.

Francisca insiste en la importancia de trabajar intersectorialmente; sumando esfuerzos de los ministerios de Vivienda, Salud, Trabajo, no sólo el de Desarrollo Social.

Andrés Millar, por su parte, hace foco en los equipos que acompañan a las personas en situación de calle en los diferentes programas del Hogar de Cristo: hospederías, casas de acogida, casas para la superación, rutas calle y el estelar programa Vivienda Primero. “En todos, hay profesionales y personas significativas, tal como lo mencionó Víctor Pino y agradeció a la trabajadora social Monserrat Duarte de Rancagua, que lo recibió y hasta ahora se preocupa de él. Son esos miembros de los equipos los que hacen la gran diferencia, las que empujan las transformaciones y, junto con la personas en situación de calle, logran la superación de esa verdadera emergencia social que no puede convertirse en algo normal. Hay que tener mucha valentía y fuerza para superar la situación de calle, para vencer el alcoholismo, como dijo Víctor, y todos estamos llamados a ayudar”.

Si crees que no mata el frío, sino la indiferencia, involúcrate

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