Una emocionante graduación
Todos asistimos al acto en que 63 valientes jóvenes de esta escuela de reingreso de Fundación Súmate lograron terminar su trayectoria educativa con todo el esfuerzo del mundo, luego de haber estado excluidos de su derecho a la educación. Flavio fue uno de ellos y su caso, difundido a través de Tele13, hizo explotar las redes sociales, poniendo en cuestión injustamente el trabajo de joyería que hacen los profesionales y técnicos de la Fundación con cada uno de ellos. Este es un homenaje a toda la comunidad Súmate.
Por Ximena Torres Cautivo, publicado por ElDínamo.cl
22 Noviembre 2022 a las 21:11
Conocí a Flavio y a Sylvia, su apoderada, el lunes pasado.
Buscábamos a un joven que encarnara la situación de los estudiantes que, con tremendo esfuerzo y contra los más feroces vientos y mareas de la exclusión social, intentan terminar su trayectoria educativa en escuelas o programas de reingreso de Fundación Súmate. Flavio se graduó el viernes de tercero y cuarto medio en la Escuela Betania, en La Granja, donde, además, obtuvo el premio al Espíritu Súmate.
Su historia y su personalidad nos impactaron. Acompañado de Sylvia, que es la psicóloga de la escuela, además de su tutora, el joven de 19 años nos contó que cuando tenía 7, su mamá los dejó, a él y a sus 7 hermanos. Desde entonces y hasta ahora ella tiene problemas graves de consumo de drogas y Flavio la ha borrado de su vida. Cuando tenía 9, el padre también se fue. Flavio, que es de los hermanos mayores, se puso a trabajar como vendedor ambulante. Ha tenido problemas de consumo, pero desde hace tres años, cuando llegó a la Escuela Betania, empezó a ordenarse. Con los ires y venires propios de los niños, niñas y jóvenes que están desescolarizados, rezagados en su aprendizaje, que han vivido episodios de violencia, que llegan a escuelas como Betania, derivados desde el Sename (hoy Mejor Niñez) o de otros programas o servicios que se ocupan de la infancia y adolescencia vulnerada.
Aunque ha tenido etapas en que ha logrado arrendar una pieza, hoy vive “en situación calle”, como él dice. En una carpa, en las inmediaciones del hospital Barros Luco. También nos cuenta que es bueno en matemáticas y que quisiera ser contador. Y que está decidido a lograrlo.
Flavio es el chico que andábamos buscando para que asistiera con Liliana Cortés, la directora de Fundación Súmate a una audiencia con el ministro de Educación, Juan Antonio Ávila. También iría Geraldine, otra alumna de una escuela de reingreso de Súmate, la padre Hurtado de Renca. A ella la habíamos conocido meses atrás, recién electa presidenta del Centro de Alumnos del establecimiento, y nos había impresionado su lucidez y decisión para superar el círculo del delito en que ha vivido.
El @profMarcoAvila, como se hace llamar en Twitter el ministro, mencionó en redes la visita dentro de sus actividades del día martes pasado. El propósito de la audiencia era sensibilizarlo sobre lo complejo que resulta encantar a los niños, niñas y jóvenes con el sistema escolar y lograr que vuelvan a las aulas, cuando el financiamiento es o sobre la base de fondos concursables o de subsidios que se quedan dolorosamente cortos, y está sujeto a los cambiantes criterios de las autoridades de turno. El mismo ministerio había comentado la semana pasada que en 2021 se matricularon 50 mil personas que no asistieron a clases este año. Queríamos que el profe Ávila les pusiera cara a esos jóvenes excluidos en las personas de Flavio y Geraldine. Dos casos de éxito, porque, teniendo todo en contra, una está resuelta a retomar sus estudios y el otro lo logró.
En Facebook alguien averiguó y filtró la cuenta RUT de Flavio con la mejor intención, y así empezaron a llegar donaciones, suponiendo que la plata lo soluciona todo. Otros proponían “parches” creativos, como que durmiera en la escuela. Algunos querían “adoptarlo” y llevárselo para sus casas.A Fundación Súmate la acusaron de estar coludida con Tele13 para “romantizar” un logro que no era tal. Es dolorosa la liviendad con que se opina y se juzga a los que trabajan con los más frágiles y se la juegan en un trabajo de joyería por lograr eso que para los 3 millones y medio de niños, niñas y jóvenes que sí van a clases es tan simple. Acá cada niño es un mundo y tiene además un mundo de dificultades, cambiantes, complejas.
El ministro profe, por su parte, volvió a tuitear sobre Flavio, diciendo “yo estuve con él”.
Lo dramático es que nadie está de verdad con él y, menos, con los 50 mil que no fueron a clases este año pese a haberse matriculado. A muy pocos les importa que la exclusión educativa y las organizaciones como Súmate que trabajan día a día por devolverles su derecho a la educación a los niños, niñas y jóvenes, cada año, deban hacer gala de creatividad para ser vistos por el gobierno, por los parlamentarios, por la empresa privada. Todo para conseguir esos esquivos recursos, que deberían ser adecuados a la tremenda tarea que significa re encantar a un niño o niña que ha sido marginado y excluido de un sistema escolar rígido que se deshace del problemático.
El Talmud sostiene que quien salva a una persona, salva a la humanidad entera, lo que es cierto. Y es lógico que todos quieran premiar el esfuerzo de Flavio, pero el problema es que hay otros 50 mil Flavios que requieren ayuda profesional, permanente, dedicada y adecuada a sus diversas y complejas problemáticas sociales, familiares, económicas de aprendizaje.
Hagamos todos ahora algo en serio por ellos. Para que puedan concluir sus 12 años de escolaridad teóricamente obligatorios, como hizo Flavio contra viento y marea, el que, pese a ser mayor de edad -tiene 19 años- no quedará a la deriva y seguirá siendo acompañado por el escuela y su apoderada, la comprometida sicóloga de Betania, Sylvia Larraín.