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Javiera Aroca

Egresada de Súmate

Lo primero que hizo la madre de Javiera (22) cuando se enteró de que su hija era lesbiana, fue contarle a toda su familia. “No sé cómo ella supo, pero hubo tíos que no me hablaron durante años. Así empezó la hecatombe en mi casa. Yo tenía 13 años. Dejé de estudiar y, para ayudar a mis hermanos chicos, empecé a hacerme cargo de la casa. Me tocaba cocinar, hacer aseo, bañarlos. Había que hacerlo, qué rabia, eran responsabilidades que no me correspondían, pero me tocaron”.

Para Javiera, más allá de haber trabajado como empleada doméstica de sus hermanos, lo que más le dolió al final fue que “el sistema mismo nunca se enteró. Nadie de la escuela me preguntó por qué dejé de ir al colegio. Es difícil que alguien lo entienda, pero es como no existir para nadie. Sabemos que el sistema está colapsado, que los profes no dan más, pero en el camino están quedando cabros que terminan en la calle”, dice. Y agrega: “Yo estuve en colegios en Las Condes, muy buenos. El San Francisco del Alba y el Santa María, cuando vivía allá con mi mamá. En sexto básico me quedé sin colegio; yo había repetido varios cursos y tuve que suspender todo para ayudarla a cuidar a mis hermanos menores. Tenía sueño siempre y problemas para llegar a tiempo, además de muchos conflictos con mi familia. Ellos son de formación evangélica y no podían aceptar mi orientación sexual, un secreto que yo le conté a mi mamá y que ella les comentó a todos. Mi vida ha sido muy dura. He debido enfrentar ese rechazo y discriminación de mis más cercanos. Fue una tía quien me dijo que acá en Maipú había una escuela donde se podía hacer séptimo y octavo juntos. Durante ese año viajé desde Las Condes hasta Maipú para venir a clases. En 2016, nos vinimos a vivir con mi mamá y mis hermanitos donde mi tía. Ahora todo es más fácil, porque me queda al lado, y estoy por graduarme de cuarto medio”.

Javiera Aroca, “la Pollo”, como se le conoce, hoy es una alumna graduada de enseñanza media del colegio Álvaro Lavín de Fundación Súmate y ex vocalista de varios grupos musicales nacidos en su época escolar y que se presentaron en los famosos Encuentros de Banda que la fundación organizaba antes de la pandemia. Ese período musical por ahora está pausado, y la carrera que había iniciado en 2020 -“Dibujo y modelamiento arquitectónico y estructural”- también quedó en suspenso a causa de la pandemia. “No podía aprender lo mismo online que en las clases presenciales, porque el profe iba haciendo los trabajos y nosotros con nuestros computadores copiando desde la casa. Así no podía aprender”, nos cuenta, decidida a retomar los estudios en cuanto pueda, pero en algo definitivamente más ligado al arte.